Subo y bajo lomas salpicadas de avellanos, robles desnudos, ruquitas de zarzamora. Invierno celestino, gris conejo, violeta desgastado. El camino serpentea. Tordos operáticos sobre varas de acacio, perdices haciéndose las lesas. Asoman montañas con escasa nieve. El Chillán y el Longaví compitiendo por la perspectiva, por el cetro de oro, por el azul cian del cielo ñublensino. Hay bajadas donde no llega el sol, escarcha que voltea camiones, bosques de laureles, pudrideros de hojas. Es una descripción y un paralelismo. Mi vida se asoma y se desgasta, se enciende como una luciérnaga con cocaína y al momento se hunde en el pantano más profundo. Los días cobran un sentido periférico cuando sumo palabras. Es como resistirse a morir, un aleteo lingüístico. Las palabras se acumulan en un vertedero virtual cubierto de telarañas. Las contradicciones implícitas generan cortocircuitos, potenciales llamaradas, cenizas ilusorias. Lo sensato sería pensar que el disco duro morirá de muerte súbita, que no habrá caja negra ni detectives sonrosados escarbando entre tanta lujuria por defecto. Creo haber palpado el sentido de una nube en retirada y ese es mi triunfo y mi gran desdicha.
Muy bueno, deleitoso de leer e imaginar.
ResponderEliminarLeerlo es un goce siempre, amigo Jorge.
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