La primera foto es de hace una semana. Ayer estuvo muy parecido. Un sol tenue nos impulsó hasta el río a nadar y beber mate. Tatón fue con nosotros y tanto nadó como se revolcó en la arena. El agua de Semana Santa estaba fría, como para bautizar a un hereje a punta de tiritones.
Por única vez en mucho tiempo el río fue solo nuestro. Un río con escasa agua, silencioso, espejo de nalcas invertidas, de álamos amarillos y robledales en desnudez. Una bruma ocre azulada envolvía todo el valle y volvía irrelevante la jerarquía de los cerros.
El nado y el regreso redundó en un dormir temprano.
Hoy volví a Enzensberger. Lo acompañé en su visita a la finca de Jruschov. De paso ordené mi drive con los libros que deseo leer durante abril. Prioricé a Ehrenburg y a Steiner. La mayoría ya están empezados y solo debo terminarlos. Leerlos en la letra grande de un tablet me ayuda a no cansar demasiado mi ya desgastada vista. Es quizá el único universo que controlo. Los libros que espero leer. Lo que no significa que los leeré efectivamente pues el meteorito de los dinosaurios puede caerme esta misma noche.
Foto 1: Lorena Ledesma
Foto 2: Jorge Muzam
Todo puede terminar en los próximos tres segundos. A mi me causa ansiedad iniciar algo y no terminarlo lo más pronto posible, para que un pendiente no me retenga un segundo más en esta tierra.
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