Mi teoría es simple. El hornero fue el primer constructor de este planeta. Pero como no tenía una inmobiliaria con múltiples profesionales encargándose de cada área, tuvo que desempeñarse además como arquitecto, ingeniero, proveedor de materiales de construcción, albañil y fiscalizador de la calidad de la obra. Afortunadamente, contó desde siempre con el apoyo fiel, decidido e igualitario de su esposa, la señora hornera.
Teniendo en cuenta los años que se requieren para un salto evolutivo, podemos deducir que el hornero ejecuta esta acción desde hace al menos cientos de miles de años, lo que deja fuera de toda competencia al hombre, que recién arrimó sus primeros palos y piedras hace alrededor de 30 mil años.
Impresiona contemplar la perfección aerodinámica de sus hogares, con una puerta hacia la derecha que evita el impacto del viento principal, y que conduce por un pasillo al lecho nupcial y habitación de los futuros pichones. Construyen en altura, mirando el vacío (lo que les agrega una dificultad extra a sus laboriosas jornadas) sobre troncos firmes. Algunos horneros, más modernos, construyen sobre los postes de luz.
Sólo los ocupan una vez. Al año siguiente construyen otro hogar, y el anterior lo dejan para los pájaros vagos. Lo que hacen es, en definitiva, una de las más perfectas obras de arte de la naturaleza, algo que en el terreno humano sólo pudo equiparar Antonio Gaudí.
Muy observador y certero... me encanta esta reflexión que a la vez viene a ser una práctica lección de historia y naturaleza.
ResponderEliminarMuy ingenioso e impecablemente escrito.