Pablo Cingolani me sugiere convocar a un encuentro internacional de escritores en mi pueblo, San Fabián de Alico. Dice que vendrían todos los grandes, que me aprecian en muchos países pues de alguno forma los uno, o ellos lo sienten así, y que San Fabián mismo, gracias a mi pluma, ha adquirido rasgos míticos. Le respondo que no sé cómo se ejecutan esas cosas, que tengo escaso talento para hacerme querer por autoridades, gestores culturales o financistas. Que los escritores de mi país, la mayoría al menos, me miran de lejos con desdén o indiferencia o cierto tufillo clasista. Soy un obrero filósofo, un escritor bruto, sudo cada jornada con una hoz y un martillo literal. Le reitero que en mi aldea casi nadie lee, ni en Chile, por eso soy conocido en lugares tan lejanos, porque mi voz tiene cierto eco que reverbera entre cipreces y araucarias hasta traspasar cordilleras, altiplanos y océanos. Le propongo que igual vengan, que mi hogar es grande, que hay un río cerca donde podemos bañarnos sin pagar entrada, vino en abundancia y leña seca para hacer una fogata nocturna donde improvisemos danzas ebrias y nos matemos de la risa.
Fotografía: Jorge Muzam
No soy de las que aportarían a la charla pero me encantaría oir y estar! Le ayudo a lavar las tazas!!!
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