Han sido días de escasa luz solar. Días lluviosos donde el valle de Alico se encapsula de nubes grises. El ventarrón de la tarde ha dejado la higuera en enaguas. El único sonido nocturno lo provee el río crecido y la lluvia golpeteando el techo de zinc. Avanzo hacia la culminación de Tumulto de Enzensberger. Los días revoltosos de esos entrañables 60 que veo a través de sus ojos, de su histeria, de su novelita rusa a ratos transfigurada en ruleta. Nada parece muy serio, ni entonces ni ahora. Un teatrillo de panteoneros que se enterrarán a sí mismos.
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