El veranito de San Juan se disuelve, la antesala del solsticio de invierno, del we tripantu, de la noche donde las higueras florecen iluminadas por la leyenda.
Abro el Libro de la Misericordia. Leonard Cohen le escribe a esa ráfaga de arenilla que contradice la desertitud de la historia: Bendito seas tú que has dado a cada hombre un escudo de soledad para que no pueda olvidarte.
Luego el silencio, el sueño de los perros, la luna trepando hasta la copa desnuda del ciruelo.
"(...) la noche donde las higueras florecen iluminadas por la leyenda." (!!)
ResponderEliminarMozart es otro gran escudo. Saludos, Padrone.
Un abrazo muy grande, querido amigo.
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