En menos de cuatro meses murieron mis tres abuelos. Los tres que quedaban vivos. Pude asistir a dos funerales. Los de mi abuela Amalia, la mamá de mi madre, y los de mi abuelo Enrique, vale decir mi abuelastro, el bibliófilo, el cómplice intelectual, quien representó la figura paterna durante mi infancia. Ilda Vitto, mi abuela paterna, se fue sin que nos mirásemos a los ojos. Punta Arenas está tan lejos. No hubo tiempo. Y si lo hubo lo contaminó la vida. La sensación de orfandad es creciente. Preocupaciones que deben hacer las maletas, teléfonos silenciosos, parientes que no volveremos a ver. Patriarcas y matriarcas emprendieron el vuelo. Los aglutinadores de la sangre, los conciliadores, los sabios, la generación del máximo esfuerzo. Ya no hay a qué volver a esos lugares. Los más jóvenes somos mitad rata, mitad hiena. Mi madre se lo pasa mirando por la ventana. Sus ovejas, sus gallinas, la brisa de enero que hace temblar los encinos. Sonríe muy poco. Debe reinventarse a los 64 años. Y su salud decae cada día.
También han sucedido eventos felices. Volví a tener a mi hija conmigo. Aunque no nos dimos el abrazo que añoraba. La distancia parece haber mellado nuestra relación. Ella creció. Yo envejecí. Quizá fue solo timidez. No saber cómo actuar. Temor recíproco al rechazo. Sé que las cosas mejorarán. Sé que nos seguimos amando. Ella propició el reencuentro. Igual nos reímos. Recordamos nuestra vida juntos. Me volvió a prohibir que fume. Y me obligará a ir al doctor porque me encuentra muy delgado. Me hace sentir importante, que me necesita para siempre. Y eso es como inyectarle un sol a mi espíritu. Mi amada hija. Sigue siendo mi niña, mi continuadora, mi debilidad y mi fortaleza, mi absoluto.
Los días han estado nublados, con esporádicas gotitas de lluvia deslizándose por las parras. He avanzado a cabezadas en un libro de Pascal Quignard. Me gusta, pero el cansancio me derrumba a los pocos minutos. Al menos tengo un trabajo. Un estúpido trabajo para comer, para contribuir. Qué más decir. Es pérdida de tiempo. Pero debes hacerlo. Hay otros estúpidos trabajos a la vista. Deberé irlos tomando. Dinero por donde salga. Es solo papel pintado, como diría Hammett, pero sin él soy hombre muerto.
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