Crecí escuchando esa palabra. Mi abuelastro Ramón, veterano policía fronterizo, solía repetirla entre carcajadas. Quizá porque sentía cercano ese mundo narrado por Baldomero Lillo, donde la escasa preparación de los funcionarios era un asunto recurrente. La palabra "inamible" no existe más que en el cuento homónimo del autor lotino. Inventada apresuradamente por un guardián de bajo rango para justificar un procedimiento absurdo, genera un entuerto creciente que involucra a oficiales, prefectos y jueces. Todos timbrando y dando curso al parte inicial para evitar la evidencia pública de la propia ignorancia.
Me gustan los inventores de palabras. Saludos a su abuelito
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