Eso es. Una palabra tras otra, como un paralítico que ha creído en un milagro. Las borracheras no pueden durar para siempre. Pone cursillas y ensaya buenos diálogos. Sé que no crees en ellos. Piensas que los diálogos son rellenos insustanciales, que nadie escucha, ni los personajes. Las personas hablan generalidades para escucharse a sí mismas. Y a veces ni eso, como mecanicismos retóricos de un loro retardado. Puedes intentarlo igual. Banalidades de la lengua. Si no empiezas no acabarás nunca. Así como vas, terminarás como Hemingway, con un escopetazo bajo un Ketchum algo distinto, pero sin huellas escritas, sin nobel, sin respeto y sobre todo sin satisfacción. Teclea la a. Hazlo, no cuesta nada, aaaaa. Abeto, abanico, albatros, ánade. Ahora que has empezado, forma una frase. Por ejemplo. Ánades y albatros se abanican bajo un abeto. ¿Ves que no es difícil? Así se apisona el primer sendero al nobel. No te rías, sé que te importa un huevo ese premio. Y ya deja de beber, hijo de puta. De verdad me exasperas.
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