Respecto al permanente debate en torno al nombre oficial que se le debe conferir al período pinochetista, propondría
la idea de una dictadura momia. Es decir, algo así como un estalinismo inverso. La vieja
oligarquía restaurando su dominio a sangre y fuego, valiéndose del sabotaje económico, la manipulación de la prensa y el aporte generoso en recursos por parte de Estados Unidos. Los milicos, por su parte, fueron
sólo sus perros de presa, palitroques cuadrados de pies a cabeza, que no sabían de economía más de lo que sabe un gato acerca de una licencia de conducir, ni impusieron un
dominio cultural perdurable (probablemente ni siquiera sabían de qué
se trataba ese asunto), sino que fueron mocitos de los mandados de los grandes propietarios y defensores ciegos de las
ideas conservadoras que han transversalizado gran parte de nuestra historia patria.
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