La aurora no tiene adjetivos, ni el aire ni el amor ni el odio. Las nubes que van al este no pueden detenerse. La soledad es una cosa muy concreta, no le hacen falta aderezos. Quien la conoce sabe que es mejor apretar los dientes, cerrar los ojos y ahogar el porfiado nudo en la garganta hasta que sobrevenga una nueva aurora sin adjetivos. El sol está en su cenit y es la hora del garrotazo revanchista. La mejor obra es la que no se escribe.
Imagen: Emiliano Villani
Imagen: Emiliano Villani
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