El egoísmo de los escritores

Existe algo naturalmente egoísta en los grandes escritores, algo incluso animalesco, como la conciencia de tener un valioso nido de huevos que es necesario defender y eternizar. Egoísmo muchas veces acrecentado por el deseo de reparar las humillaciones de la niñez y juventud. Ante los ojos de los no creadores ese rasgo constituye una forma de agresión, una demostración de indolencia, de misantropía y falta de generosidad con el resto. El tiempo que debiese dedicar a los demás lo invierte en una actividad solitaria, aparentemente inútil y muy difícil de comprender.

Tolstoi y su esposa Sonya mantuvieron una conflictiva relación durante los años que permanecieron juntos. Tolstoi parecía no reparar en sus cercanos salvo como asistentes de su propia comodidad creativa. Sonya se lo reprochaba a menudo pero él ni siquiera parecía enterarse de esos reclamos, como si ella fuese algo inferior a un mosquito zumbando en la lejanía.

Sin embargo, Sonya dejó constancia de ese y otros comportamientos del gigante ruso a través de su abundante epistolario y así Tolstoi no quedó completamente impune. Lo claro es que a pesar del reiterado ninguneo de Tolstoi, ella permaneció lealmente a su lado, quizás con el deseo de eternizarse a través de él, o bien porque la embargaba un profundo amor admirativo hacia el odioso conde.

Hablamos con Constanza sobre el asunto. Ella replica que los escritores hacen por lo general un uso práctico de la mujer y las descartan cuando estorban o se gastan. Sin embargo, cree que el egoísmo debiera ser aceptado en todos los seres humanos como una cualidad, ya que sólo así podríamos aspirar a ser según nuestro potencial.

3 comentarios :

  1. El autor de la nota cae en el error de generalizar y exponer un ejemplo fuera del contexto temporal actual. Tolstoi vivió en el siglo 19, y la cultura de esa época era muy diferente a la del siglo 21, (tomando como referencia la civilización occidental). Además los conceptos que se utilizan para calificar a los "grandes escritores", corren por cuenta exclusiva de su imaginación y su subjetividad. Hay grandes escritores contemporáneos que en absoluto merecen ser tildados de egoístas, indolentes o misántropos, y van algunos ejemplos: José Saramago, Eduardo galeano, Miguel Angel Asturias, Augusto Roa bastos, García Marquez, Julio Cortazar, Jean Paul Sartre, John Steinbeck, etc. La parte final en donde aparece la opinión de Lorena, si leyó a algunos (o todos) de los que nombro, que demuestre de que manera "han hecho un uso práctico de la mujer y las han descartado cuando estorban o se gastan". Y el egoísmo como cualidad única para llegar a ser según nuestro potencial, considero que es un disparate. Les sugirero, con toda humildad, que no hagan uso (y abuso) de términos absolutos.-

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  2. Anónimo27/1/15

    Phillip Roth, gran escritor, gran misógino; a veces este tipo de hombre se acompaña de una mujer talentosa e independiente la cual, oh misterio, decide quedarse junto a él, quizá porque es un hombre con el que se vive una existencia excitante, emocionante, aunque se trate de un egoísta o de un neurotic, etc. La esposa de James Joyce se lo tomó como debe tomárselo una mujer inteligente (e italiana, en su caso) y siguió disfrutando la vida y dejando que él siguiera con sus idiosincrasias, manias y tonterías. Algo análogo hizo la Simone de Beauvoir con el raro y melancólico autor de "La nausea", excepto que en el caso de la francesa, ella no se dejó amargar en lo absolute; su filosofía de la vida era "¡che Vive la Pepé!"

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  3. Interesante mirada de Américo. Sin embargo, sospecho que cuando Lorena dice " han hecho un uso práctico de la mujer", no necesariamente ha dicho que aquello se veía reflejado en su literatura. Y es claro que no estuvimos en las alcobas de los otros mencionados.
    Como muestra contrapuesta está Pavese, hombre bastante utilizado " prácticamente " por algunas damas que no lo amaron. Sin embargo, me resisto a creer que su literatura fuera misógina a pesar de sus padecimientos.
    La subjetividad, en todo caso, es un maravilloso matiz del lector, pero - mucho mejor aún - también del escritor.
    Sin diversidad, sin miradas que puedan ser distintas, no sólo prescindiremos del debate, sino de la creación.

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