La nieve se acomoda
entre las laderas rocosas de los cerros. Nubes bajas cruzan los bosques de lenga. Las araucarias se levantan hacia lo alto como fabelas de yetis. Los zorros,
tan livianos y rápidos, no alcanzan a hundirse en la nieve. Estacionamos el vehículo. No trajimos cadenas y seguir subiendo se vuelve temerario. Abro
la botella de cogñac. Bebo un gran sorbo. Carraspeo y arrugo el rostro. De
verdad está muy fuerte. Se la paso a Noelia. Ella bebe y se ríe, como
burlándose de mi gesto. Nos damos un beso y quedamos en silencio. Sólo se
escucha el viento meneando los canelos junto a las alambradas.
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