En Lanús moríamos de soledad


Para Edu El Poeta Maldito

Ocurrió el 2017, en uno de esos intercambios de comentarios que se suelen olvidar al culminar la jornada. Hoy, julio de 2021, Facebook me lo recuerda. Por eso aprovecho de dejar la constancia en este blog. Pa' que quede.

El intercambio de comentarios sucedió más o menos así:

Muzam: Alguna vez escribí sobre mi fastidio con los finales, sobre la falsa mariconada feliz, los tórtolos mirando el crepúsculo marítimo, la sonrisa de oreja a oreja a lo Warner Brothers. La vida real es una sumatoria de imprevistos y calamidades. Por eso prefería que los protagonistas se cagaran a tiros o fueran a comprar cigarros y no volvieran. Que los acuchillaran en el camino, que los atropellaran sin portar documentos y terminaran en un hospital público, como indigentes desmemoriados, con una pierna levantada y una Playboy arrugada entre las manos.

Mordacini: Un crítico de cine al que admiro dijo alguna vez, a propósito de un texto como el tuyo: "El cine no es la realidad de nadie, sino un espacio donde jugamos a meternos en otro universo, ateniéndonos a las reglas que ese microcosmos nos depara". Adhiero un poco a las palabras de este crítico y otro poco a las tuyas: los tórtolos mirando la luna, los finales felices son clichés de un género: el melodrama, y si lo tomamos como eso, como reglas de un género bastardo, hasta podríamos disfrutarlo

Muzam: En el cine puede funcionar. En las letras no.

Molaro: Somos finitos y contingentes. Ante esa realidad, el final de violines y atardeceres románticos es una posibilidad, pero una en millones.
En Lanús moríamos de soledad. Como corresponde.


Muzam: En Lanús moríamos de soledad. Con esa frase me pego un tiro.


Molaro: Por eso emigré.


1 comentario :

  1. A veces facebook nos recuerda cosas que él considera triviales. Esta vez se equivocó.

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