Hay tantas cosas que no escribes para no herir la susceptibilidad de tus cercanos que te quedas sin mucho que decir. Escribirlo te depararía una hinchadura de pelotas a nivel galáctico. Podrías solaparlo en una novela, con otros nombres, en circunstancias parecidas, pero eso depararía lo usual, que te denigren por varias generaciones a la redonda. Se enfría el té mañanero, se ennegrece la palta, los gorriones desayunan miguitas sobrantes y se van a vacacionar a un estanque mohoso.Tener el cuero duro es atributo necesario para un escriba, el corazón parapetado, la mente reflexionando sobre nubes de humo, un arsenal de flechas multiuso para dispararle a quien se lo merezca. Lo tienes, pero no basta. Una ventisca de escarcha te acompaña siempre, te revuelve el pelo, te enfría los dedos, te oprime el pecho. Dicen que es el epítome portátil de la soledad universal.
No hay comentarios :
Publicar un comentario