Ese tema ineludible. La superposición de mis yoes altaneros lo ha arrinconado hasta convertirlo en una mentira cultural, en un aderezo biológico, en filosofía de borrachos odiosos. Invento adjetivos para denigrarlo, le lanzo rayos fulminantes, sarcasmos infames, pero no lo puedo destruir. Tolstoi lo expone sin salvarlo, como un accidente doloroso, un enrevesamiento de la circunstancia, un paso en falso con zapatitos de charol sobre un río de cocodrilos. Chéjov no mejora las cosas exacerbando la melancolía, la desazón, la opresión en el pecho en estos largos días de diciembre.
Releo a Richard Ford, a Bashevis Singer, a Nabokov, y compruebo que el tema sigue ahí, mutando de necesidad a cinismo, de encantamiento a agobio, de ilusión a despecho, de expectativa a tristeza.
Lorena, me encanta tu blog es que es dices cosas que uno quiso algún día haberlas dicho, eres genial y deliciosa de leer....déjate leer así despacio para saborearte. Gracias por tanta belleza en tu pluma! Te escribo desde Managua Nicaragua
ResponderEliminarAgradezco su comentario. Saludos afectuosos desde Chile.
ResponderEliminarEsta cuestión es muy importante. Si el amor tiene su fundamento en una adaptación biológica. Enamorarse de una mujer joven y bella es una sensación maravillosa, hasta que uno entiende que surge de una adaptación biológica que favorece la fertilidad (buenos genes) y la belleza (la proporción armónica es un signo claro de que se tiene una alta resistencia contra los virus y bacterias). En este sentido, la ciencia nos muestra la raíz del sentimiento, pero ese sentimiento sigue siendo real, sigue siendo placentero, sigue siendo, por tanto, "bueno" para nosotros. Al amar cosas eternas como las ideas (las ideas, sentimientos, imágenes en la consciencia no "existen", sino que "son"), el amor hacia esta contemplación gozosa elimina el veneno del amor, que es la posesión animal hacia el objeto amado, con lo que ello trae de duda, ansiedad, celos, sufrimiento. Es este un amor filosófico, o contemplativo, que se nutre de la adaptación biológica de la mente pero lo "corrige" hacia un objeto que no causa sufrimiento, puesto que amar las ideas que contemplamos por lo que "son" (no porque "existen" o pueden "morir" o "dejarnos") nos hace amar en su forma más pura. Cf. Santayana. Un gran abrazo, Padrone.
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