Me suelo enamorar de las mentes, de su potencialidad creadora, de su pestañeo intuitivo, de su habilidad diseccionadora. Atrapamariposas de la imaginación, payasas levitantes en la niebla, generosidad de topo, burlonas, irrespetuosas, que mastican la cultura de una forma única y personal. El cuerpo es sólo un préstamo atómico, un utilitarismo amoroso de la biología evolutiva.
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