El descanso

 La niebla nocturna dio paso a la lluvia matinal y no hubo tiempo para guardar los maderos de pino. Tampoco los oréganos y albahacas, que por estar florecidos han quedado arruinados. Las montañas continúan ocultas y sólo a ratos una que otra nube se desplaza de lugar dejando ver un fragmento de bosque. Los perros, con sus pelajes mojados, se guarecen bajo las pataguas más tupidas y desde allí contemplan mansamente la lluvia. Los charcos reproducen su porción de cielo con las inevitables distorsiones del viento norte. Las hojas secas se amontonan junto a los cercos y algunas rojizas de liquidámbar se lanzan a navegar por las acequias. Las labores campesinas al aire libre se interrumpen hasta la siguiente escampada. Se encienden chimeneas y cocinas a leña, se ve algún partido de fútbol o se mira por la ventana bebiendo mates. Y al cuerpo, magullado y adolorido tras tanto trabajo bruto, se le da un breve y merecido descanso 

Fotografía: Jorge Muzam

1 comentario :

  1. Anónimo12/7/14

    un descanso es lo que me regalaron estas líneas desde la montaña chilena acariciada por la lluvia y la brisa, empapada de fragancia a albahaca, porque en estos días nos estamos horneando en este desierto de Los Angeles que en julio se quita la careta y nos sopla fuego en el rostro. ¡Cómo ansío que llueva para salir afuera y mojarme toda!

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