Los hechos son tan recientes que debieran seguir marcados a fuego en la memoria de las últimas generaciones. Margaret Thatcher encabezó la restauración conservadora de su imperio, la recuperación precipitada de todos los privilegios de su clase propietaria. Y para ello no tuvo escrúpulos en pisotear a los trabajadores. Recordar la cantidad de huelgas que afrontó su gobierno, los despidos, los apaleos policiales, el empobrecimiento de grandes sectores de la población o el exterminio del Estado protector mediante flexibilizaciones laborales y desregulaciones al sector financiero, casi ni viene a cuento. Está en todos los manuales.
La historia crítica ya percibe ese período como una mancha abyecta en la historia de la humanidad. Ella, junto a otros de su generación, fueron claros genocidas de la dignidad humana.
La historia crítica ya percibe ese período como una mancha abyecta en la historia de la humanidad. Ella, junto a otros de su generación, fueron claros genocidas de la dignidad humana.
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