Pienso que los movimientos sociales no han conseguido mucho, y que más
bien han calafateado el dique de los grandes privilegios. Hoy en día, un levantamiento social apenas consiste en lanzar un puñado de piedritas a la policía para conseguir una migaja apaciguadora.
Pero es mi perspectiva, no creo en las cosas a medias, sino en las vueltas de tortilla radicales. O son unos o son los otros.
Pero es mi perspectiva, no creo en las cosas a medias, sino en las vueltas de tortilla radicales. O son unos o son los otros.
Leyendo a Howard Zinn, a Eric Hobsbawm, a Luis Vitale, a Gabriel Salazar, a Slavoj Zizek, a revisionistas argentinos como Felipe Pigna y Pacho O'Donell, o al uruguayo Eduardo Galeano, puedo llegar a la preconclusión de que la historia es increíblemente repetitiva. Que los órdenes instaurados en cada lugar sólo se diferencian por leves matices. El mismo Estados Unidos, lejos de ser la tierra prometida, está llena de silencios históricos intencionados, que esconden la perpetua sangría que han desplegado sus clases ricas para defender sus privilegios.
Hoy vemos que la historia de siempre se repite en España y en Grecia y nuevamente nadie tomará las armas para acabar de una vez y para siempre con los grupos de putones enquistados que empobrecen al resto.
Con el mismo grado de decepción que enuncia el título de su entrada observo cada manifestación social de la que se informa en mi país. Con el tiempo comencé a sospechar de la naturaleza de las mismas hasta creer que la mayoría de ellas no articuladas por movimientos organizados y que muy lejos de tener como bandera una noble causa tienen una insignia política marcada en su frente, están en movimiento sólo porque tienen un interés particular que indefectiblemente acabará beneficiando a los de siempre.
ResponderEliminar