Percibo mi escritura esquirlada, fragmentaria, simultáneamente vitalista y desesperanzada.
Hay contradicciones e incongruencias frente a las que no tengo solución. La hibridez de las construcciones no esconde una voz profundamente resentida.
No promuevo géneros ni deconstruyo, sólo relleno hojas, recuerdo, rabeo y atesoro. Definitivamente, ni el probable lector ni yo encontraremos en estas páginas algo suficientemente sólido a qué aferrarnos.
He descubierto una cierta hermandad literaria con Esterházy, Bernhard y Kosinski.
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