Mientras leía un ensayo de Manuel Gayol sobre el sentido del poema, se me ocurrió pensar en todas aquellas instancias de la vida que cobijan la belleza y la alegría de vivir y que nunca serán transcritas por nadie. Millones de episodios que se repiten segundo a segundo en cada lugar del mundo y de los que no quedará más registro que un probable recuerdo periférico que en el futuro ensimisme la mirada.
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