Observo el desenvolvimiento del amanecer. Estoy en una periferia silenciosa de Itatí. No hay asfalto en las calles. No hay gatos visibles. Los perros son unos callejeros mafiosos que pasan susurrando su vendetta de canillas. Nubes paraguayas atraviesan el río. Pronto arribará el bullicio de los nenes pobres. La secundaria de ladrillos enciende sus luces. Leo a Manuel Scorza, Los desengaños del mago. Me atrapó en la primera línea. Surrealismo romántico, inquietante, con sabor a crepúsculo y muerte: “…Tal vez soñé que un ruiseñor sediento secaba los mares… Lucy sollozaba por los elefantes enredados en mi barba… Lucy era una gaviota… Yo era un cangrejo, un lirio, un árbol relampagueante…”
Anteriormente leí a Foster Wallace, un sicótico al que no es fácil entrar, pero una vez que te enrielas ya no te puedes bajar. Te suele tomar el pelo con elegancia. Hablemos de langostas parece el compendio de una obsesión culinaria. Gran hijo rojo sugiere una alternativa a los sexoadictos que se castran para calmar su desesperación. Les sugiere trabajar como observadores de películas pornográficas, hasta hartarse, hasta sentir asco, como un Tratamiento Ludovico personal. Sin embargo, lo que empieza como una cruel humorada se desliza hacia el desamparo que rodea a los mercaderes del sexo y que en no pocas ocasiones los lleva al suicidio.
Volveré a Kinski. Voy en el capítulo donde secuestra a su hija para pasearla por los parques. Ya es una leyenda del cine, alabado y detestado por multitudes, tiene dinero y propiedades, se da el gusto de rechazar a Fellini, de no inclinarse ante noblezas podridas, pero sigue durmiendo bajo los puentes y coleccionando girasoles.
Recién aclara. Hoy no habrá sol. No hubo luna. No hay futuro.
Aquí hay un perro "robaparaguas", hay nubes, viento..también luna, sólo una.
ResponderEliminar"El" río, varios puentes,carros con rumas de sopaipillas y uno que otro empolvado calzón roto.
La solución para los sexoadictos es cualquier cuerpo sudoroso, para los solitarios reinventar la soledad, para los enamorados convertirse en su propio objeto de afecto, para los males del mundo comprender que nada cambiará y que al final todos seremos polvo. Para matar el tiempo que sobra mientras asumimos que el futuro es nuestro impresentable presente, no está mal leer.. tiene a su disposición una amplia biblioteca virtual.. enjoy it!
ResponderEliminarRecuerde que la luna y sol siempre están, ilusamente enamorados se esperan sucesivamente para una cita especial.. ¿alquien se atreverá a desengañarlos? A mi me dan muchas ganas!
Perritos cleptómanos. Suelen robar calcetines y chancletas. The river, me gustaría irme como Big Fish. El tiempo debiese ser como un calzón roto, y llenarnos el alma de dulzura en lugar de recuerdos y polvo literal.
ResponderEliminarUn abrazo, Alejandra.
Recuerdo al cavernícola sexual inventado por Martin Amis en uno de sus Perros. No había sido siempre así, sino que un golpe en la cabeza lo transformó en esa bestia depredadora. Recuerdo también las dos lunas de Guerra de las Galaxias, de la primera, antes que el chico fuese jedi. Me gustaba esa idea, pero no me gustó ver la luna despedazada, carcomida, en La máquina del tiempo.
ResponderEliminarUn abrazo, Lorena. Ya casi termino a Kinski y otro de Philip Roth. El tiempo es tan breve. Ni siquiera alcanzaré a dialogar extensamente con Dostoieveski.