La mayoría de las personas son bienintencionadas. Emiten señales fraternas cuando se sienten a gusto y advertencias perentorias cuando necesitan establecer distancias. Pero usualmente estas señales y advertencias no son bien entendidas o correctamente decodificadas. De esta forma, cada persona suele actuar de una forma distinta a lo esperado por la otra. Esta descarga de señales malentendidas suele alimentar el resentimiento o la frustración en quien la recibe. Las sonrisas esparcidas, los saludos y buenos deseos pueden ser interpretados como burlas o provocaciones, rescatando de cosecha un silencio polar o un fuerte golpe en el mentón.
Si, es tan cierto lo que dices!
ResponderEliminarSi no fuera por eso existirían menos libros y menos escritores frustrados. Esas confusiones me parecen entretenidas y nutritivas, pese al efecto, saludos
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