Esto de que para ser intelectual hay que parecerlo me genera muchas dudas. A diario me encuentro con personas que a simple vista se puede inferir que han gastado horas en disfrazarse del personaje inteligente y transgresor que desean representar. Basta un corto diálogo para percatarse que lo que hay tras el disfraz es bastante poco.
Encuentro más honesto y hasta más cómodo vestirme con el uniforme de Don Ramón, aunque en los eventos me miren con desdén y sólo dejen disponible el último lugar del auditorio. Es el prejuicio del que se disfraza de intelectual.
Tal como dijo el escritor Barton Fink apuntando a su cerebro: ¡Este es mi uniforme!
sí, qué envidia don Ramón... poder andar con esa pinta todo el día, dormir con ella, siempre fresco y nada apretado... qué envidia esa polera suelta y esos jeans desteñidos por el uso... yo diría sin dudarlo que ese es mi uniforme...
ResponderEliminarDon Ramón es un adelantado de la moda. Él entendió antes que todos los grandes diseñadores que la forma ideal y más cómoda de vestir es esa minimalista y permanente tenida.
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