Demasiado frío en este descampado humano. Lobreguez en las formas. Si te he visto no me acuerdo. Un zorzal está empeñado en traspasar la ventana. Lleva dos días en lo mismo. Se diversifican los colores en septiembre. Chilcos, añañucas y lirios despeinados por el viento, como diseñados en papel crepé por un párvulo más empeñoso que prolijo.
Dejo un rato en paz a José Donoso, luciferino escritor de mil máscaras. Esther Edwards y Pilar Donoso lo han desguazado en sus respectivas biografías para que lo podamos admirar en toda su complejidad. Nadie lo quiere menos por conocerlo a fondo. Ni me planteo si es correcto o mero morbo. Debería bastar con la pura obra, pero nadie respeta esa regla.
Miguel Sánchez-Ostiz ha mencionado al boliviano Víctor Hugo Viscarra. Escritor vagabundo que ha trascendido, que suma seguidores más allá de su patria. Autor de Borracho estaba, pero me acuerdo y Alcoholatum & otros drinks. Busco sus obras. Sólo encuentro la póstuma Chaki Fulero (Los Cuadernos Perdidos de Víctor Hugo), escaneado de un ejemplar bastante manoseado. Hagamos de cuenta que esto es el prólogo, dice en la primera hoja. Lo siguiente, sentido común para desdeñar la convención de ese mismo prólogo. Camino sobre letras tiernas, plagadas de poesía inevitable, de humor triste, de resaca crepuscular.
"No, no son gotas de lluvia las que caen sobre tu rostro y te ponen tan intranquilo. Son... ¿cómo podría decirte? Algo tan importante que hasta palabras me faltan para describirte su real significado. Pero, como estás cansado no me vas a poder entender. Aun así, seguí descansando porque es tal la magnitud de tu cansancio que no te puedes dar cuenta que estás muerto..."
Imagen: Víctor Hugo Viscarra
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