La vida es un cuadrilátero de box. Los golpes van y vienen. A veces se rompen reglas y el pugilato se transforma en un todo vale. A ratos crees escuchar la campana y te diriges a tu esquina donde la muerte te sobajea los hombros y te ofrece un sorbo de whisky. Te empinas el vaso y vuelve a sonar la campana, en una secuencia interminable cronometrada por un dios inmoral y belicoso. Nunca hay triunfos categóricos, sólo victorias pírricas. Duele ganar y duele perder, y hasta duele preguntarse por qué fuimos arrojados al mundo como gallitos de pelea o dogos insensatos.
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ResponderEliminarMe lllegan como un zarpazo de seda tus frases: "esa secuencia interminable cronometrada por un dios inmoral y belicoso. Nunca hay triunfos categóricos, sólo victorias pírricas. Duele ganar y duele perder..." ¡por Dios que sí!
ResponderEliminarEsa ha sido mi experiencia pero, peor, porque soy mujer y mayor que tú. Desde el 2012 la vida (y mi sentido de la oportunidad, y quizá un poquito de suerte) me ofreció lo que ya no me esperaba: volver a dar clases de literatura "hispana" a nivel de college universitario/universidad: 3 cursos de Introducción (Lit. Mexicana y Chicana, Lit. Latinoamericana, Lit. Española) pero ¡a qué precio! Como no soy profesora a tiempo completo sino a part-time (PT), no me toca enseñar literatura sino lengua, y a los profesores full-time les cae muy mal que una PT enseñe los cursos de nivel superior. Total que me salvé de milagro, me salvó la campana, porque en cada sitio se armó una intriga y yo no tenía quien me protegiera (mi colega masculino, el que fue tan generoso de darme la primera clase, se echó para atrás cuando dos profesoras feministas le dijeron que me quitara la clase y ni siquiera tienen doctorado ni publicaciones internacionales). ¡Qué iba a hacer el pobre hombre! ¡Qué apuro pasé!
Pero logré quedarme con las clases porque me salieron dos protectoras, las respectivas decanas.Con todo, aún no canto victoria, porque las otras dos ni me hablan.
En lo personal, me aparté en cuanto pude de Carlos, el cual es boxeador amateur, pero no por nada sino porque siento animosidad de su parte, envidia, rencor, no sé, pero van ocho años y medio y solo este 2014 le he notado eso. La vida le ha dado muy duro; está cansado y perplejo. Esa pelea no ha llegado a su ultimo round, por lo que veo en él, pero lo que es yo, de mi parte, no quiero pelea alguna. "Me duele ganar" más que perder. Se me confunden ambos. Quiero estar tranquila esta Navidad. Me resulta indispensable.