A veces la soledad es como respirar polvillo de hielo antártico. Pero no estás en una expedición científica, no estás encallado, no eres turista, no fotografías pingüinos ni elefantes marinos, no avistas delfines ni orcas ni rompehielos abandonados. Sólo contemplas la llaneza infinita, sin huellas humanas, sin relieves, sin montañas desde donde avizorar un nuevo destino. Y no sabes si estás dentro de un mal sueño o de una realidad fantasmagórica en la que te has quedado atrapado.
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