¿Por qué ya no evocas tu niñez con alegría? Tus recuerdos no fabrican sonrisas espontáneas. Quizá están demasiado lejos, y la distancia y el tiempo cincelan las emociones en mármol. Puedes decir cómo fue y hasta comprender lo que entonces no comprendiste, pero de verdad ya no te importa mucho.
Tanta aspereza, muchacho. Quien lo hubiese pensado. Te transformaste en un Mersault, en un personaje desaliñado de Houellebecq, en la guinda de una torta polar. Cómo es que sigues escribiendo dentro de ese ataúd.
Imagen: César Galicia
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