Me resisto tenazmente a soñar. Soñar es un defecto humano, una negligencia divina. Intento ser un hombre práctico. Los petirrojos no volverán a conmoverme, ni el rumor de los álamos, ni los carpinteros con su bongó sobre el manzano. Espabila, muchacho, vuelve a enterarte de la marcha mundial, dialoga con los opinantes callejeros, créele a algún miserable político, no es difícil fingir, ser una hiena al acecho, adular a cada maricón de este planeta para conseguir tu alimento, y recuerda no respirar demasiado otoño pues trae esencias venenosas...
Fotografía: © Lorena Romina Ledesma
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