Cómo iba a saberlo. Cómo iba a percibir todo el resentimiento que almacenaba contra mí. La bomba simplemente estalló en nuestra narices. No hubo vuelta atrás. Quedó el campo desolado y el humo de una batalla que nadie buscó.
Esta ausencia natural de sincronía entre hombres y mujeres, entre lo que buscamos en la vida, lo que soñamos, lo que construimos intelectualmente, lo que sentimos, lo que esperamos del otro, incluso nuestra antagónica mirada ante un mismo suceso, genera desencuentros que casi siempre terminan mal. Chéjov nos puso sobre aviso, pero no le hicimos caso. Ni siquiera creo que medie una mala intención en estos quiebres, ni odio, ni despecho, sólo es el resultado de una falla estructural de nuestra condición humana, esa que nos hace inferiores a los mismos animales.
Imagen: Anton Chéjov y Olga Knipper
Imagen: Anton Chéjov y Olga Knipper
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