Me gustan las mujeres viajeras que usan sombreros ridículos y maletas
viejas. Las ves en cualquier terminal de buses, estación de trenes o aeropuerto.
Pero no hablo de todas las mujeres con sombrero y maletas viejas, sino de las que
tienen la mirada perdida y no necesariamente envuelta de tristeza. Son pocas, ínfimas, menudas
y no ostentan sus formas sino que las ocultan. No
miran a nadie, no responden ninguna insinuación, sólo contemplan
arbitrariamente lo que demanda su curiosidad infantil, que puede ser una pelea
de pajaritos o un vagabundo pidiendo monedas.
Me deleito observándolas, quietecitas, silenciosas, bastándose a sí mismas. Creo que me he enamorado
de todas las que he visto, que no han sido muchas. No las abordo, sólo las amo
mientras mi imaginación romántica se desboca cerro abajo.
Imagen: Liu Ye
Es más que evidente que le gustan las mujeres. Desde sus letras hemos sabido cuáles le gustan, desde esto que narra uno se puede quedar tranquilo que detrás del hombre-macho hay un sentimental. Hermoso escrito, encantadora imagen.
ResponderEliminarUn gran abrazo mi querido Muzam.
Mi señor, eso es promiscuidad imaginaria! Ud es un incorregible :) Me gustó mucho, saluditos.
ResponderEliminarEs difícil tener la mente quietecita, porque más parece una loca de patio, inquieta y contradictoria que vive en múltiples dimensiones a la vez. De la forma descrita, creo que me enamorado cientos de veces en mi vida. Mis amores sólo duraron minutos, pero en esos minutos recreé en mi mente una secuencia de muchos años compartidos.
ResponderEliminarUn abrazo enorme, mi querida Lorena
Podríamos decir que soy un promiscuo imaginario o un putito incorregible, Sofía.
ResponderEliminarAbrazos