Little dreamers, by Dara Scully. |
Fue sólo una nube de medianoche que pasó cargada de lluvia en medio de una larga sequía. Pero alcanzó a humedecer la hierba, las acelgas, los morrones y las extensas enredaderas de los zapallares. Despertó también el aroma de la tierra mojada y dio aires ostentosos al poleo. Venía acompañada de cierta brisa irrespetuosa que botó manzanas, ciruelas y abundantes hojas secas de parra. Las ovejas lo agradecieron. Nada parece gustarles más que encontrar ciruelas remaduras en el suelo.
Amaneciendo fui a ver las huellas de esa nube. Mis sandalias y tobillos se bañaron con gotitas de rocío. Circulaba un viento húmedo asombrosamente aromático que acarició mi rostro. Las montañas aún dormitaban con los bancos de niebla. Pensé en el Oso Frangipán, aquel ingenioso soñador de La famosa invasión de Sicilia por los osos, de Dino Buzzati. No sé por qué se me vino a la cabeza, quizás por lo entrañable, por lo solemne, porque también vive entre las montañas, divagando sobre grandes asuntos científicos, sobre novedosos instrumentos que mejorarían la marcha del planeta, aunque teniendo a mano sólo piedras y árboles raídos.
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