Nadie lee en cien millas a la redonda. Ni un libro, ni un diario, menos un blog. Lo dicen ellos, los campesinos rastreros, las mujeres regordetas, los obreros huraños, es preferible beber, fumar puchos baratos, pasar las horas viendo televisión, o estafándose los unos a los otros chapurreando las rancheras que oyen en las destartaladas radios de sus camionetas. La confirmación necesaria y exclusiva de sus alegrías y pesares está en esos acordes mexicanos trasplantados al extremo sur americano.
No hay comentarios :
Publicar un comentario