Ahogándose en un vaso de agua

Cada quien tiene su forma de sentir. A cada quien le importan ciertas cosas y no otras. La escasa capacidad de ponernos en el lugar del otro nos lleva a considerar como ridículos ciertos pequeños y grandes dramas personales. "Se ahoga en un vaso de agua", pensamos con cierto desdén. Pocas veces comprendemos las lágrimas ajenas. Y sin embargo, nos sentimos tremendamente ofendidos cuando los otros no comprenden las nuestras.

Imagen: Jous Raven

2 comentarios :

  1. Se da la paradoja de que en este mundo globalizado, en plena expansión de la sociedad de la información, cuando compartir ideas y expresar sentimientos y pensamientos nunca fue tan fácil ni dispuso de tantos medios y herramientas, nos estamos convirtiendo cada vez más en islas solitarias dentro de un océano tenebroso.
    Hemos perdido en muchos sitios la plaza del pueblo como ágora donde todos nos podíamos ver para vivir (o mal vivir) en un mudo virtual y perverso donde al anonimato nos convierte en francotiradores de la realidad; alejados de todo y de todos y viendo la vida desde lejos a través de una mira que nos permite focalizar nuestra atención en un punto de nuestro interés, pero que hace a su vez que nos perdamos el detalle menudo de las cosas, de los sentimientos reales.
    Yo, mí, me, conmigo... Fuera de ahí, los demás son solo comparsas prescindibles en una obra de la que nosotros creemos ser autor y directos.
    Y eso está mal.
    El artículo no puede estar de más actualidad, Jorge.

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  2. Monólogo a lo Montaigne que atrapa.

    Buen viaje tuve. Thanks...

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