Amaneció con viento enfurecido. No ha parado la lluvia desde ayer. Las retamas florecidas azotan el ventanal. Voy por yesca de álamo seco a la casucha del fondo. El huerto se ve empantanado. El rancho de las ovejas parece una desvencijada arca de Noé rodeada de grandes pozones de agua turbia. Las gallinas no han salido a merendar y observan el desenlace del temporal desde el portal del gallinero. Vuelvo para encender la estufa. Los palos están algo húmedos. Gasto una cajita entera de fósforos. Por fin enciende. Caliento agua. Bebo mate cocido. Luego café. Mastico sin entusiasmo una marraqueta añeja con mermelada de rosa mosqueta. Romina se levanta y hornea los panes de semilla que dejó amasados anoche. Tatón se queda a hibernar otro día más en el sillón. Abro Youtube para buscar audiolecturas. Particularmente el canal Literatura para oír, inmejorable programa que nació desde la radio Bolivariana de Colombia. Me quedo con Roberto Calasso y su texto sobre cómo ordenar una biblioteca. Menciona las obsesiones del historiador alemán Aby Warburg que en carta oficial dirigida a la universidad de Hamburgo, manifestó que tal orden debía ser "un nuevo y único lugar psíquico en el cual las aspiraciones de Ernst Cassirer y de la universidad de Hamburgo tuviesen una función común: concebir y mostrar las formaciones de imágenes y el orden conceptual en un sentido psicológico-histórico como una oscilación intrínsecamente unitaria entre los dos polos". Estoy a medio comprender este punto cuando la entropía me asalta desde la ventana. Nuevamente el viejo zorzal ha venido a hincharme las pelotas. No importó que fuera domingo, que estuviese lloviendo a chuzos ni que el temporal pudiese provocar violentas turbulencias a su vuelo. Ahí está el viejo zorzal kamikaze, estrellándose una y otra vez, enviándome un probable Morse, quizá un mensaje espiritual de algún lugar del cosmos que aún no puedo descifrar.
AL MENOS BURLARSE / ALMENO BURLARSI
Machi Francisca Linconao: la mirada ancestral de la Convención Constitucional
Le cuento a Pablo Cingolani que justo hoy habló por primera vez y por vía telemática, la machi Francisca Linconao. Nos emocionamos al verla. Sus rasgos, su entonación, su mirada, su énfasis para remarcar las razones profundas por las que ella y su pueblo están participando en la Convención Constitucional. Su fiereza para exigir el respeto debido a la Presidenta Elisa Loncón.
Cingolani me responde en el mismo correo: qué fuerte lo que me contás, querido Jorge. Me acuerdo de la machi Francisca y su huelga de hambre y cómo la sentimos, cómo la admiramos, cómo la conocimos y la empezamos a querer...años antes, tuve amistad con otra mujer fuerte como ella, la lonko Cristina, que murió victima de la contaminación petrolera, allá en Neuquén...siempre recordaré su dignidad...a los mapuches, de un lado y del otro de la cordillera, siempre los han acusado de todo, siempre los han perseguido y siempre les han negado todo, ahora es cuando empieza a brillar su luz, ojalá sea faro y camino para toda Nuestra América, por ellos, porque lo merecen, pero también por nosotros, que andamos más perdidos que nunca...
Fotografía: Roberto Hess
En Lanús moríamos de soledad
Para Edu El Poeta Maldito
Echado de la historia
Faulkner no quería ser husmeado. Su vida privada debía cerrarse con un cerrojo inviolable tras su muerte. Sus cartas, su familia, sus amigos, sus asuntos, nadie tenía derecho a entrometerse. Ese era su deseo. La obra terminada debía bastar para admiradores y curiosos. La obra autonomizada de su autor. Un universo distinto y eternizable en la medida que el interés de los lectores lo dispusiera así.
En cierta ocasión le escribió al escritor Malcolm Cowley: «Estoy chapado a la antigua y soy además un tanto lunático. No me gusta que mi vida y mis asuntos privados puedan ser utilizados por todos aquellos que puedan pagar el precio que está marcado en el libro, o porque tienen un amigo que lo compró y se lo va a prestar. Mi ambición, como persona reservada que soy, es que me borren y echen de la historia, sin dejar rastro, sin más restos que los libros publicados; ojalá hace treinta años hubiese tenido suficiente perspicacia para prever lo que iba a ocurrir como algunos isabelinos, y no los hubiese firmado. Es mi propósito que, vencidos todos los esfuerzos, la esencia y la historia de mi vida, que en la frase equivalen a mis exequias y mi epitafio, sean ambas: Compuso libros y murió».
Esta noche recordé esa determinación al abrir las Cartas escogidas de William Faulkner. Trabajo recopilatorio que realizó su también biógrafo Joseph Blotner.
Jill Faulkner Summers, hija y albacea del gran escritor norteamericano, facilitó el camino para que el conjunto de huellas escritas de su padre fuesen divulgados.
Es decir, ni su hija, ni su biógrafo, ni sus admiradores, ni estudiosos, ni yo mismo, en esta fría noche cordillerana de junio, hemos respetado la voluntad del escritor.
Avanzo en ese trajinar cotidiano que expresan las cartas. Nada es intencionalmente literario y a la vez todo es literario. Paradoja irresoluble. Faulkner, hombre práctico al que poco le importaba filosofar sobre trascendencias, tenía perfecta conciencia de la calidad del universo literario que estaba construyendo. Y la tenía porque iba entrelazando un tejido complejo con meticulosidad de artesano. Por eso todo lo tangible, humano, posible e imaginable le concernía. Eran los insumos para su fábrica creativa. Y esa inmensa variedad de temas es lo que reflejan sus cartas.
Se acerca la medianoche. El toque de queda pandémico nos ha sobrecargado de silencio. Lo combato con Nulla in mundo pax sincera interpretado por Emma Kirkby. Algunos perros lejanos parecen mordisquear la baja niebla con ladridos monótonos.
Se suman cartas con pisco añejo y maní tostado mientras sigue bajando la temperatura en el valle de San Fabián de Alico.Nomadismo lector / Nomadisme lecteur
Ese silencio matinal propiciado por los peucos alborotadores de mi infancia es el causante indirecto de mi obra, de mi cultura y hasta cierto punto de no pocos rasgos de mi personalidad, pues, y aquí solo elucubro, ese silencio madrugador me conectaba con mi mismo, me convertía en un nómade lector, y me tornaba un solitario, un buscador de soledades, mías y de otros, un explorador más que un aventurero, caminante de llanuras y trepador de montes, enturbantado para el sofoco desértico, refugiado entre bosques bulliciosos de especies, solo premunido de cantimplora y bastón de palo, y desde mi morral, apenas asomados, una hoz y un martillo, herramientas herrumbrosas, heredadas de ancestros de rostros esculpidos por vientos y soles, abuelos que nadie pudo doblegar, y con las que iba sembrando ingenuas semillas de dignidad humana.
Absolución / Absolution
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Ya es bastante invierno / * E’ abbastanza inverno già
Por aquí ya es bastante invierno, le digo por mensaje a Pablo Cingolani. Llueve con murmullo persistente. Ha nevado en las cumbres. Las escampadas tienen rumor de viento norte. El musgo se apodera de las piedras, de los estanques, de los troncos viejos. El Ñuble vuelve a adquirir la prestancia y el rugido de un río sureño. Despierto temprano, incluso en día domingo, es una conducta propiamente campesina que suele acompañar toda la vida. Café para espabilar mirando por la ventana el Malalcura, comprobar que sigue en su sitio. Que la historia previa no fue una ilusión ni menos un sueño de Monterroso. Mis ingredientes para vivir suelen ser imaginarios. Posibilidades y recuerdos que interactúan en una novela inédita, incongruente, circense por defecto. La soledad fantasmagórica de la cordillera exalta mis quijotismos. Si tan solo Doré pudiera dibujarme. Mi cabeza es un Saturno anillado de esqueletos, cañones sin pólvora, generales rusos dubitativos.
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Qui è abbastanza inverno già, lo dico per messaggio a Pablo Cingolani. Piove con mormorio persistente. Ha nevicato sulle cime. Le schiarite hanno rumore di tramontana. Il muschio s’impossessa delle pietre, degli stagni, dei tronchi vecchi. Il fiume Ñuble riacquista la prestanza e il ruggito di un fiume del sud. Mi sveglio presto, compreso la domenica, è una consuetudine propriamente contadina che accompagna lungo tutta la vita. Caffè per destarsi guardando dalla finestra il Malalcura, per verificare che sia sempre al suo posto. Che la storia precedente non fu un’illusione e tantomeno un sogno di Monterroso. I miei ingredienti per vivere di solito sono immaginari. Possibilità e ricordi che interagiscono in un insolito romanzo, incongruente, circense per difetto. La solitudine fantasmagorica della condigliera esalta i miei chisciottismi. Se solo Doré potesse disegnarmi. La mia testa è un Saturno inanellato di scheletri, cannoni senza polvere, generali russi dubitativi.
La eternidad de la palabra / L’eternità della parola
Publicado en http://intraduzionisolmar.blogspot.cl/ (10/8/2017)
Revolución de la brisa / Rivoluzione della brezza
Mi habitación da a un jardín poco transitado donde crecen sin mayor cuidado encinos jóvenes, camelias ancianas y manzanos en flor. No hace mucho una solitaria gallina se quedó a vivir allí. Digamos que se autoexilió del resto. Nadie se explicó la razón. Durante el día escarbaba entre las flores buscando su sustento. En la noche dormía sobre un taca-taca abandonado, hasta que le expliqué que eso no me parecía lo más adecuado y la expulsé. Entonces ella se fue a dormir bajo unas rosas dentro del mismo jardín. Con el tiempo formó su nido, empolló, sacó sus crías y hoy deambula como oronda emperatriz por ese territorio que ella considera suyo. Nadie osa acercarse pues su fiereza no desmerece ante un mastín.
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Rivoluzione della brezza / di Jorge Muzam
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