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Centenarias tinajas retozando en mi patio.
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El amanecer huele a poleo mojado, a intenso toronjil. El rocío cordillerano tiene la prestancia de una lluvia. Los arbustos se inclinan recargados de gotitas. Los zorzales andan en patota degustando bayitas negras, despertando a los flojonazos del valle. Los perros se desperezan fuera de sus casitas aspirando el epílogo de una niebla en retirada. La imposición solar broncea las tinajas centenarias y los besitos rinden su tributo rosado a la belleza primaveral. La tenca ensaya sobre el manzano para su ópera de las diez.
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El aromático poleo mojado por el rocío cordillerano. |
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