El rumor de los árboles mecidos por el viento es un primo hermano del silencio. Delicia anexa del vivir que predominó en este valle durante siglos y milenios. Hoy cuesta reparar en el revoloteo de sus notas. Sobre todo porque la estridencia del progreso arribó al valle de San Fabián para quedarse. Botoneras, motosierras, grandes camiones y cortadoras de pasto pulverizan el valor agregado de esta tierra. Sólo queda usar audífonos para reencontrarse con La Flauta Mágica o alejarnos sobre huellas desgastadas de jabalíes libertos que terminan a los pies de cualquier avellano.
Fotografía: Lorena Romina Ledesma.
Leerlo crea un hermoso silencio abrazador.
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