Solía escribir para sanarme, pero la verdad es que no me sané y estoy peor que al principio. La fama la descarté por insulsa. Consiste en adular a tu prójimo más allá de su propia miseria y él te vitoreará en consecuencia. La vanidad mueve montañas. Y la envidia. Desesperanza y vitalismo refriegan su Waterloo cotidiano en mi mente y toman de rehén a mis emociones. Habitualmente es pérdida, masacre, victorias pírricas de generales sin rostro, sin charreteras, sin honor. No es fácil convivir conmigo porque tiendo a irme a la periferia de todo. Mis lecturas no avanzan. Mis escritos son meros morses que no retomo. Mis novelas son la vanguardia inventada de mi indisciplina. Salgo al río a fotografiar la agonía del verano. Amarillos y celestes envuelven el valle. Humaredas de pastizales, cerezos de hojas marchitas, álamos en desnudez. Un sol desganado acaricia los hombros, abofetea el rostro, alarga sombras a estribor de las piedras. Decenas de mozalbetes se lanzan desde rocas incrustadas en la pared y cruzan las aguas como atiburonados Weissmüller. Son los inmortales de turno.
Ya sos inmortal querido amigo escritor!
ResponderEliminarMe sentí por un rato en tus profundidades y nadé, nadé. No se ahogue y siga nadando.
ResponderEliminarNo es fácil vivir, imagínese convivir.
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