Tal como en preámbulos otoñales anteriores, han llegado a visitarnos carpinteritos de pecho blanco. Se posan en el viejo manzano desde el amanecer y taladran obcecadamente durante varias horas. Metros más abajo bebemos mate contemplando su faena. No parecen asustados. Probablemente son los mismos de otros años. Es decir que ya nos conocen y saben que somos monjes sin túnica armados apenas de un celular con cámara.
Una bella postal de otoño sanfabianino. Abrazos.
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