Jihad en Africa

Avanza la mañana de este domingo veraniego. Leo sobre el carácter de Belmojtar, ese nuevo Bin Laden que hace sudar a los comandos franceses en Africa. Ambos bandos están convencidos de la victoria final. Unos cuentan con la arrogancia de creerse superiores, de encarnar una moral superior, de tener detrás a todo el imperialismo capitalista del mundo, armas de última generación, preparación militar avanzada... y los otros? pues cuentan con el poder de Alá. Me pregunto cuándo traerán su jihad a América. Aunque en cierta medida ya la trajeron, si es que aceptamos como ciertas las versiones oficiales de los atentados a las Torres Gemelas y a las sedes judías en Argentina. Chile mismo, está plagado de árabes, pero de esos que poco les importa la religión. Son los descendientes de los mercaderes que existían antes del islam. En Chile sólo quieren dinero, sólo les importa el dinero.

Me traslado a Egipto. El país de los faraones hoy parece una bolsa de serpientes. La primavera libertaria se confundió con los intereses occidentales, con las cruzadas yihadistas, con los partidos políticos laicos, con los mercenarios, con los estudiantes que quieren democracia, con las mujeres que quieren libertad, con los pobres que quieren alimento. Y cada día es peor, como un país que cae en un tobogán, igual que Honduras, que de tanta corrupción e inoperancia, se está desarmando. 

Intento leer a Naguib Mahfouz. Comienzo por la segunda parte de su trilogía sobre la familia Abd el-Gawwad, Palacio del deseo. Suelo comprar saldos de colecciones para evitar los altos precios, y eso me lleva a leer historias fragmentadas, en distintos tiempos. La letra es tan pequeña que lo abandono hasta la plenitud solar. 

Vuelvo al libro Nosotros, de la argentina María Seoane. Interesantes reflexiones que diseccionan las aparentes matrices del alma argentina. 

El mate pierde su sabor y debo cambiar la yerba.