Apenas abrí la puerta de la cocina me percaté que habían llegado algunas hormigas. De verdad las extrañaba pues me había acostumbrado a recibir a estas simpáticas huéspedes durante los meses veraniegos. Sin embargo, desde hace dos años no habían vuelto.
Las recibí con una mirada de afecto. Les dejé el azucarero rebosante y aromaticé con miel el paso del cortejo. Eran pocas. No repararon en el azúcar ni en la miel. Ni siquiera en un recipiente con uvas remaduras que traje desde un viejo parrón.
Las recibí con una mirada de afecto. Les dejé el azucarero rebosante y aromaticé con miel el paso del cortejo. Eran pocas. No repararon en el azúcar ni en la miel. Ni siquiera en un recipiente con uvas remaduras que traje desde un viejo parrón.
El destacamento se detuvo sobre el calentador de agua y se reunieron en círculo. ¿Qué hacían en ese lugar tan peligroso? Cómo saberlo. Parecía una reunión importante y apenas les importó que las estuviera observando. Me alejé perplejo a preparar una malteada de manzanas amarillas, que una vez licuada y espumosa tomó el color del sol.
Las hormigas prosiguieron su reunión. Pensé que quizá eran una especie de secta davidiana de hormigas. Quizá entre ellas tenían un Charles Manson como líder. ¿Por qué eran tan pocas? ¿Por qué arribaban a esas horas del otoño?¿Estaban conspirando contra alguien? ¿Eran masonas?
Decidí ofrecerles alojamiento y comida y dejarlas en paz. Seguramente se marcharán antes del amanecer.
Imagen: Photorealism by Ralph Goings
Imagen: Photorealism by Ralph Goings
Intrigante la conducta de esas hormigas...quizá estaban a la espera de compartir la malteada de manzanas amarillas, así como la describes, dan muchas ganas de probarla.
ResponderEliminarSaludos
Da gusto reencontrarse con este blog tan potente y de calidad. Uno en su especie, amigo, único.
ResponderEliminarSe agradece, se agradece. Esperemos que este blog no se me llene de hormigas del tipo "odiosa". Hace un tiempo tuve que exiliar a una hormigona nortina por problemas de convivencia.
ResponderEliminarLa malteada quedó como quedan todas mis malteadas: de lujo. Las recomiendo. Sólo hay que tener fruta natural (ojalá orgánica), una licuadora, una pizca de azúcar, un poco de hielo picado y mucha sed.