Murmullo budista


Hemos optado por las caminatas nocturnas. Noches oscuras sin luna temprana. La primera vez fuimos solos, sintiéndonos culpables, pues Tatón nos despidió con su manipuladora mirada de víctima de todos los males. Hoy llevamos a Tatón. Bajamos al río por el camino que conduce a Coihueco. Se ha adelantado el florecimiento de los aromos. Se oyen salpicaduras de vertientes que afloran desde las laderas. Las nubes cubrieron el cielo de un gris perlado y corre viento norte. Tatón está exultante y tironea de tal forma que parece acelerar el planeta. Nos sentamos a tientas sobre las piedras. El murmullo del río parece una letanía budista. Se escuchan patos chapotear cerca de la orilla de las nalcas. 


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