Variaciones de un inmigrante

Veo películas sobre inmigrantes. Todos me llamaban Alí, de Fassbinder, y Es un mundo libre, de Ken Loach. Abundantes escenas de desprecio, desadaptación y nostalgia. Nadie parece realmente feliz. Los nativos escupen con la mirada al recién llegado. Lo humillan explícita y sutilmente. Sean negros, latinos o magrebíes. Los eslavos tienen al menos la ventaja de ser blancos, de no estar en la primera línea de la discriminación, pero igual extrañan su historia, su sangre, su sol, y  eso no resta agonía a su trashumar. Alí es especial. Un marroquí que cree en las formas. En el respeto. Percibe la bondad y la maldad sin que intermedie el idioma. Conoce a Emmi, viuda algo mayor que trabaja de limpiadora. Se protegen, enamoran y casan desatando el odio de la comunidad. Pero perseveran hasta lograr cierto respeto o comprensión, aunque esté apuntalado de cinismo. Basta para vivir medianamente en paz.

Desde que regresé a mi tierra no he dejado de sentirme un inmigrante. Fueron 30 años de ausencia que te refriegan con sorna los que hoy ocupan tu sitio. Ya no eres de este lugar ni de ningún otro, parecen decirte con sus muecas aviesas. Los viejos de mi infancia ya están muertos, los adultos son ancianos decrépitos, arrinconados, que sobreviven con una pensión estatal mínima que solo alcanza para un té roñoso y un pan pelado. Los niños de mi generación, los menores y algo mayores, realizan trabajos serviles, nadie alcanzó ninguna estrella. Los que tienen algo más, casi siempre heredado, pueden pisar más fuerte, rugir su camioneta a los que van a pie o en bicicleta o en auto destartalado. Pero no hay ricos, ni honrados ni intelectuales. Un anticomunismo grueso, ramplón, es la ideología predominante, quizá una forma de mantenerse amigado con los potentados de la provincia. Muchos evangélicos han despoblado la única iglesia católica. Los pastores se ven prósperos con tanta dádiva.

Brisa fría. Bancos de niebla en retirada. Caen pétalos blancos del manzano. Florecen peonias y magnolios.  La hierba parece crecer en cámara rápida, y todo es lo mismo de siempre...

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