El equipaje en la memoria

Lo comentaba recién en Facebook, al pasar, acicateado por un fragmento de Mahfuz: "¿Qué valor tiene la nostalgia del pasado? Quizás el pasado siga siendo el opio de los sentimentales. Lo peor que te puede pasar es tener un corazón nostálgico y una mente escéptica. Así que digamos cualquier cosa, mientras sigamos sin creer en nada".

No sé si todos anhelan sus comienzos. Hay infancias y juventudes tristes, desamparadas. Lo que sí creo es que no podemos deshacernos del pasado, de nada, quizá ocultemos algunas partes, nos mintamos, o le mintamos a otros, para salvar vergüenzas, para imponer cierta hipocresía en las formas, o lo dulcifiquemos para tranquilizarnos, para que no remueva ninguna herida, pero lo llevamos todo a cuestas, como el saquito del Chavo del Ocho, o como una carpa de gitano pobre.

Recuerdo el final de Underground, la película de Kusturica. El pedazo de territorio que se desmembraba y se convertía en isla. Se iba por el río llevando el pasado y el presente, lo real y lo imaginario. Y se iba con nosotros, los espectadores de la butaca oscura. Nadie se hubiese quedado en territorio firme, porque el carnaval de la contradicción seguía su juerga a bordo de esa balsa de tierra, de esa balsa timoneada por el cazador Gracchus, esa balsa que transportaba el sentido mismo de vivir.

También recuerdo el final de Big Fish, cuando ese mitificador de historias pedía como último deseo ser llevado al río. Y mientras avanzaba en los brazos de su hijo, todos los personajes con los que había compartido o lo habían sostenido en tiempos difíciles, los amigos, los camaradas, lo que fue y lo que pudo ser, todos estaban junto al río para decirle adiós y darle a entender que la vida había valido la pena.

No es posible olvidar nada. Y como es tanto, debemos hacer malabares para que tanta carga, tanto archivo, tanto fotograma del sorprendimiento quepa medianamente ordenado en la memoria. 

Si empezara a nombrar cada secuencia del catálogo no terminaría en esta vida, porque la idealización se extiende como el viento en el llano, y anexa adjetivos y sonrisas que quizá nunca fueron tan genuinas ni tan largas.

Las valijas están llenas, una al lado de la otra, algunas quisiera abrirlas a cada rato, otras las tengo guardadas bajo siete llaves, pero se abren igual, porque los candados no resisten la nostalgia ni el rencor.

3 comentarios :

  1. Quisiera llegar al final de mis días y sentir que he vivido una fantástica aventura como el de Big Fish y que nadie me desengañe!

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  2. La nostalgia creo que es una de las maletas que llevamos permanentemente...recordé del cine El circo de las mariposa,quizás porque cada tanto me viene a la memoria las piernas cortitas y chuecas de mi tío Lule, el enano del pueblo , el que vendía quiniela junto a otro muchacho del pueblo a quien llamaban "TacaTaca" y formaban un dúo que recorría los bares, la terminal de ómnibus, el correo,el banco y otros lugares donde podían vender los billetes de lotería...Siempre sensibilizan los textos muzamianos

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  3. Recuerdo que no olvido y en esa trampa de la sin-razón y sin-sentido me caigo y cuánto me cuesta salir. De pronto recuerdo que recuerdo y me siento bien.

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