Solté a los cerditos mientras
guardaba la leña. Usualmente son andariegos, por lo que hay que cuidar sus pasos. La tarde se
puso fría, el sol dio su vistazo final y quise disuadirlos de volver a su hotel, pero los cerditos desobedientes se negaban. Entretenidos buscaban cuescos de guindas, pastito
verde y posibles trufas. Tuve que pedir ayuda para convencerlos.
Pintura: Franz Marc
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