Ginsberg en Chile

Gonzalo Rojas fue el culpable de traerlo a Chile. Corría 1959 y Rojas aprovechó su paso por Estados Unidos para invitar a la camada beat al sur del mundo. El pretexto era un tal "Primer encuentro de escritores americanos". Sólo vinieron Ginsberg y Ferlinguetti. Kerouac se excusó y Burroughs no estuvo suficientemente cuerdo para enterarse.

Llegaron a Chile en enero del 60. Se alojaron en casa de Nicanor Parra. Al Encuentro también vino Ernesto Sábato y los escritores chilenos Volodia Teitelboim, Miguel Arteche, Gonzalo Rojas y Jorge Teillier. Del encuentro no quedan mayores registros, aunque sí de las extravagancias del autor de Aullido. Se cuenta que al llegar al aeropuerto, y ante la pregunta de la razón de su visita, el poeta sólo respondió: "Vengo a cojer".


Andaba por Santiago sintiéndose la guinda de todas las tortas, se apropiaba de los actos y predicaba paternales bienaventuranzas ante los escritores chilenos. Esto molestó a  algunos y a otros les pareció de lo más divertido.

Luego se fue al sur, a la araucanía, a buscar el "chamico", o planta del diablo, sugerida por Teillier como la droga de los mapuches.

Entre los efectos más extremos del chamico se encuentran: midriasis, fotofobia, hipertermia, sequedad de mucosas, sed intensa (aunque la disfagia concurrente puede dificultar la ingestión de agua),oliguria, períodos alternados de excitación y depresión, disnea, taquicardia, pulso débil, meteorismo leve, fasciculaciones y temblores (signos muy notorios en cerdos), ataxia, parálisis posterior y convulsiones finales. Tanto la presentación como la duración de la enfermedad dependen de la cantidad de material tóxico consumido y de la concentración de alcaloides en éste. (plantastoxicas.cl)

Ginsberg recordaría muchos años más tarde: 

"Viajé por todo Chile. Estuve en Ancud en la casa de un poeta de allí. Su familia tenía una envasadora de pescado, y comí mucho pescado en tarro. Salí a pescar. Crucé Los Andes hacia Bariloche. También fui a Temuco. Me interesaban los araucanos y sus hierbas. Así que las busqué hasta que las encontré. Esas hierbas eran muy celebradas en la época. Producían efectos novedosos".

Nicanor Parra lo recuerda como un huésped más preocupado de buscar jovencitos que de otra cosa. El hecho es que vino por una semana y se quedó tres meses. Ferlinguetti volvió antes y Ginsberg se quedó sin dinero esperando algún cheque proveniente del norte. Quería ir a Perú y Bolivia, visitar las ruinas que antes había visitado Burroughs.

Una anécdota que desconocía. Visitó también al poeta Pablo de Rokha. Fue la única vez que se le vio humilde. Antes de entrar lo previno el hijo de De Rokha. No debía ostentar su homosexualismo, o si no el Toro Furioso de Licantén lo iba a echar a patadas.

Pronto se marchó y de su visita no quedaron más que anécdotas sueltas.


Fotografía: Allen Ginsberg, 1959, Photo Joe Rosenthal, The Chronicle.

1 comentario :

  1. Anónimo26/6/15

    los viajes de placer de los estadounidenses, escritores o presidentes (Teddy Roosevelt), son como las salidas de los jaguares: peligrosos potencialmente y que no suelen dejar clara huella. Así que ¡bienvenidas las anécdotas! En cuanto a la droga, moda de los 60s entre los "progresivos" de U$A, da qué pensar el que la ayahuasca amazónica siga congregando por cientos y miles a tanto occidental. Por seguir esa moda letal y gringa murió tonta e inútilmente el joven escritor colombiano Andrés Caicedo (¡Qué viva la música!) a los 24 años, de regreso de un viaje a San Francisco, y con su primer libro recién impreso en la mano. Me pregunto si conoció en Frisco al fantoche de Ginsberg

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