Ladrón de historias / 2010


Enrique Vila-Matas solía ufanarse de sus largos viajes en autobús por Barcelona. Recorridos que tenían por único objeto escuchar las historias de los demás, robarles sus dramas, sus alegrías, sus formas de comunicarse. Era una de sus principales fuentes para escribir.

En mi caso no es tan necesario subirme a un autobús por cuanto los dramas a mi alrededor son suficientemente explícitos y abundantes. Las discusiones y peleas dentro de los hogares vecinos traspasan vallas y muros. Hay madres que tratan muy mal a sus hijos, esposos borrachos, jóvenes que se aventan piedras y botellazos en las noches, carreras de motos que terminan con algún moribundo.

A los momentos silenciosos no les suceden demostraciones de afecto, sino enrostres, sacadas en cara, trapitos al sol, multitud de rencores que vuelven a aflorar una y otra vez. Poca ternura en definitiva. No sé cuál es el gusto de vivir siempre en conflicto, para qué formar familias que se la pasarán peleando todos los días. 

En Santiago viví doce años en distintas poblaciones periféricas por lo que mi registro de conflictos humanos es superabundante. De hecho, tantos años después y todavía no he escrito ni siquiera una pequeña fracción sobre todo lo que vi, oí  y participé en aquel far west de cemento.

En el campo las conversaciones suelen ser más pausadas. Las personas andan de mejor humor, pero aunque tengan mucho espacio y tiempo disponible y las bodegas llenas de víveres y la granja rebosante de vida, siempre se escarban los motivos para enemistarse con los vecinos o con los que viven varios kilómetros más allá o más acá. 

La condición humana parece menospreciar las formas pacíficas de convivencia, ser más proclive al conflicto, al enfrentamiento, a la envidia, a la victimización, a la acumulación de rencores, a la venganza, a aspirar a mucho más de lo necesario sin que importe pisotear al resto.

3 comentarios :

  1. Le tengo varias, por si me quiere robar alguna.

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  2. Tengo la impresión de que ni siquiera en los templos budistas existen buenas relaciones entre los monjes.

    El conflicto siempre gana la partida.

    Asertivo escrito Muzy

    Abrazo

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  3. Un texto a corazón abierto... me encanta. Me suena, ese modo de detectar las historias...

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