Erik Satie, solitario, excéntrico y enamorado


Erik Satie, compositor autodidacta y vagabundo, considerado más un humorista por sus contemporáneos, que un músico renovador y serio, se enamoró perdidamente de la pintora Suzanne Valadon allá por 1890.

Ella le hace un retrato y él queda encandilado con su belleza. No tardan en convertirse en amantes. Sin embargo, Suzzane lo abandona y Erik queda devastado. Le escribe innumerables cartas de amor, pero ella se ha prendado de otro. Aquel supuesto otro que la abraza en "Le bal a Bougivalle" de Renoir.
El compositor enamorado vive en la extrema pobreza y vaga por los tugurios de París. Compone piezas para piano siguiendo su propia intuición. Improvisa obedeciendo el dictado de sus ensueños y los resultados son asombrosos. Hace descubrimientos musicales en armonía y estructura, anticipándose a Debussy y Ravel.

Pero ya tiene 40 años, y su música sólo la conocen unos pocos amigos que ríen ante la excentricidad de los títulos de cada composición: "Piezas en forma de pera", "Piezas heladas", "Cosas vistas de derecha y de izquierda", "Caprichos vueltos en todos los sentidos", "Descripciones automáticas", "En traje de caballo", y muchas más.

Sólo en 1910 empieza a ganar cierta reputación como un muy original renovador musical. Escribe "Parade", para el ballet, con coreografía de Massine y decorados de Picasso. El argumento es de Jean Cocteau. El público no queda conforme con la apariencia burlona de la obra y se produce un tumulto en su estreno. Cocteau y Picasso huyen furtivamente para evitar las agresiones. Satie escapa por poco.

Más tarde estrena "Sócrates", basado en los diálogos de Platón, con escaso éxito.

Muere en París el 1 de julio de 1925.

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