Genética cultural


A veces siento nostalgia por cosas que nunca sucedieron durante mi vida. Tengo recuerdos de cosas que no hice, de experiencias en las que no participé, como bailar sobre la hierba o hacer el amor al borde de una montaña. También he sobrevivido a terremotos devastadores, he cultivado vides, he compuesto música, he sido un mercader exitoso, he traficado especies, he batallado, he viajado por lugares remotos haciendo camino al andar, y también he muerto muchas veces. Añoro tantos crepúsculos, como a personas a las que apenas logro distinguirle el rostro. Mis antepasados conocidos provienen de distintas partes del mundo. Algunos, quizás, siempre estuvieron aquí mismo.


¿Cuánto de esto es producto de mi sola imaginación? ¿Por qué he de sentir dolorosa nostalgia o alegría repentina sobre cosas que nunca sucedieron? ¿Qué tan influido estoy por mi propio bagaje cultural como para volver a fabricar nuevos contextos que ataquen mi emotividad? Recuerdo todo lo que he leído, todo lo que he visto, todo lo que he escuchado y sentido en mi propio cuerpo. Todo eso está bajo control. Pero hay recuerdos, sensaciones e imágenes difusas que están fuera de mi control. Simplemente afloran, a veces recurrentemente, a veces muy a lo lejos, y me lanzan baldones de agua fría. Porque lo malo me duele demasiado, y lo bueno lo añoro, lo quiero recobrar.

La genética cultural parece tener mucho sentido. Somos la suma inconsciente de todos nuestros antepasados. Todos ellos siguen viviendo a través de nosotros. Así seguirá siendo y a esa suma le agregaremos un nuevo dígito. La posibilidad de que esa ínfima huella personal perdure en la sumatoria del tiempo es lo que nos convierte en pequeños dioses.

1 comentario :

  1. Anónimo21/1/11

    Jorge, quién sabe qué recuerdos del futuro guarda tu mente y si son proyectos frustrados que entretuvieron a tus antepasados. Yo no soy la sibila délfica pero sigo sintiendo que, aunque estamos lejos, de punta a punta de las Américas, nos vamos a conocer.
    Mira por donde, el presidente de mi College y mi jefe me dijeron juntos que empiece a buscar dos universidades latinoamericanas, una venezolana y una chilena, con las que podamos establecer un partnership o asociación ad hoc, y que quizá yo lleve al primer grupo y luego se pueden establecer todo tipo de intercambios. Yo he pensado en la universidad jesuíta y así se lo acabo de decir a un chileno al que no conozco en persona y al que quisiera que tú conocieras a través de Facebook. Ya sabes a quién me refiero: el profesor Luis Correa Díaz, experto en mi campo y en otros, simpático, poeta divorciado, un poco mayor que tú. El me pidió que le hiciera una reseña de su libro y se la hice para Yale (el mío no ha salido publicado mientras tanto). Luis es agnóstico así que de seguro me recomienda otra universidad. ¿A cuál fuiste tú? A mí me gustó mucho algo que escribiste sobre tú, Claudio, y el grupo de amigos que tenían y los dos bandos que habían. ¿Dónde está ese texto que no lo veo?
    Bueno, ya ves como en gringolandia mezclamos business y pleasure. Mi pretexto para entrar a hacerte un comentario fue este mensaje.
    Mariaeu

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